Tras “Las horas”, Stephen Daldry vuelve a llevar a la gran pantalla una novela, contando de nuevo con la ayuda del guionista David Hare
(quien, por si alguien no lo sabe, en su día dirigió uno de los
capítulos de la estimable serie de televisión “Las aventuras del joven
Indiana Jones”). No son pocos los problemas que ha tenido que sortear “The reader (El lector)”
antes de llegar a las salas de cine, no tanto por las distintas
actrices que se consideraron para dar vida a su protagonista femenina (Juliette Binoche, Nicole Kidman), sino principalmente por las disputas existentes entre el productor Scott Rudin y el productor ejecutivo Harvey Weinstein (el primero quería retrasar su estreno para no competir en los Oscar® con “La duda [Doubt]“ y “Revolutionary Road”, cintas en las que su nombre también aparece en los títulos de crédito).
La película, ambientada en la parte occidental de Alemania una vez
terminada la Segunda Guerra Mundial, ya en la década de los 50, se
inicia cuando un muchacho de quince años regresa del colegio y se siente
indispuesto. Michael, que así se llama el joven, se refugia de la
lluvia en el portal de un edificio, siendo ayudado por Hanna, una mujer
que incluso lo acompaña hasta su casa. El chico ha de pasar un tiempo
descansando hasta recuperarse, pero no olvida el encuentro con la
desconocida, de ahí que, una vez repuesto, decida darle las gracias. Es
entonces cuando se inicia un escondido romance entre ambos, fortalecido
por las lecturas que Michael le hace de libros de todo tipo, pues ella
es analfabeta. Unos años después, y ya como estudiante de Derecho, aquél
asiste a un juicio contra varios colaboradores de los nazis, quedándose
sorprendido al encontrar a Hanna entre las acusadas.
Aunque elegantemente rodada, la película presenta una estructura que irremediablemente provoca que unos fragmentos del relato posean más interés que otros (si tuviera que quedarme con uno, sin duda escogería su acto central). Primero observamos a Michael en el Berlín de 1995, retrocediendo el relato al primer encuentro entre este personaje y Hanna. Luego se producen diversos saltos en el tiempo que nos impiden observar la evolución de los personajes durante todos estos años, algo que, bajo mi punto de vista, resulta crucial para que lleguemos a entenderlos. Cierto que los responsables de “The reader (El lector)” persiguen que el espectador saque sus propias conclusiones tras ver esta historia, lo que me parece muy bien, mas considero que lo hacen de una manera un tanto tramposa e, insisto, se exceden a la hora de dejar a un lado las motivaciones de los protagonistas.
En todo caso, el filme es valiente y aborda temáticas controvertidas (la relación sexual entre un menor y una mujer adulta, el Holocausto, la omisión de una prueba que puede salvar de la prisión a una persona de turbio pasado), lo que no quiere decir que salga airosa de todas ellas. Personalmente, lo que más me sedujo de la cinta es el conflicto existente entre un joven que aprecia e incluso todavía ama a alguien que, sin embargo, fue partícipe de auténticas atrocidades de las que no da signos de arrepentimiento. Desde luego, quienes ayudan a otorgarle credibilidad a la narración son sus principales intérpretes, empezando por una fantástica Kate Winslet y prosiguiendo por un desconocido pero sobresaliente David Kross, sin olvidarnos, claro está, del buen hacer de Ralph Fiennes.
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